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Tuesday, July 11, 2017

Los Nazis de Brasil

Su lema es “Dios, patria y familia”. No son nacionalistas porque Brasil es una nación de naciones, pero se consideran patriotas y sus valores son ultraconservadores. Un movimiento de extrema derecha que desprecia a los comunistas, a los anarquistas, a los punkis, a los consumidores de droga, a los homosexuales y a otras minorías. Entre sus filas hay blancos y negros. Son los Carecas do Subúrbio.
Careca podría traducirse como cabeza rapada. No se consideran nazis y, de hecho, hacen gala de no ser racistas. La presencia de negros entre sus integrantes los diferencia de otros skin heads brasileños de extrema derecha, como los supremacistas blancos, que odian a los judíos, a los gais, a los discapacitados y a los inmigrantes nordestinos, afrodescendientes llegados a Río de Janeiro o Sao Paulo desde Recife, Fortaleza o Salvador de Bahía. Estos últimos abogan por la independencia del Sur, más próspero y europeo, y algunos hacen gala de su sangre germánica, aunque sus raíces son diversas.
El nazismo brasileño es anterior a la ascensión de Hitler al poder en Alemania. El Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes captó para la causa a los inmigrantes que habían llegado de Europa después de la Gran Guerra. El nazismo caló más entre la población urbana que entre la rural. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, entre los 87.024 inmigrantes alemanes había casi 3.000 afiliados al partido, concentrados en Sao Paulo, Rio Grande do Sul (cuya capital es Porto Alegre), Paraná (Curitiba) y Santa Catarina (Florianópolis), todos ellos enclavados en el pujante Sur.
Brasil era el país que congregaba más nazis fuera de Alemania: un 5% y un 10% de la población, respectivamente. No obstante, como el partido sólo aceptaba a alemanes, los ultras brasileños de otras procedencias crearon la Acción Integralista Brasileña (AIB), a la que también se sumaron los descendientes de alemanes que no habían sido aceptados por el Partido Nazi. Aunque el Estado Novo se posicionó junto a los Aliados, algunos ministros y altos cargos policiales del dictador Getúlio Vargas simpatizaban con el nazismo. Cuando terminó la guerra, muchos nazis se refugiaron en Brasil, como el doctor Josef Mengele.
Más que nazi, la AIB fue un movimiento fascista fundado en 1932 por Plínio Salgado, que se fue diluyendo con la llegada de la dictadura. Antes de 1938, cuando Vargas prohibió el partido, los integralistas presumían de contar con más de un millón de militantes entre sus filas, aunque el número podría descender hasta los seiscientos mil, dependiendo de la fuente. Los camisas verdes se refundaron en el Partido de Representação Popular y, después, en ARENA, aunque sus principios siguieron siendo la autoridad, el patriotismo, el cristianismo, el anticomunismo y el antiliberalismo económico.
Pasado el tiempo, en la década de los ochenta surgen los Carecas do Subúrbio. Son jóvenes de clase obrera de la periferia norte y este de Sao Paulo, la capital económica del país, donde hoy viven doce millones de personas. La escisión de los Carecas do ABC hace referencia a las ciudades del cinturón industrial Santo André, São Bernardo do Campo y São Caetano do Sul, cuyas iniciales forman la sigla ABC.
La rama carioca se denomina los Carecas do Brasil —pues se reunían en la Estação Central do Brasil, aunque la denominación se terminaría convirtiendo en un genérico en todo el país— y su radio de acción es el estado de Río de Janeiro. Algunos de sus miembros han sido acusados de cometer agresiones y actos violentos. También ha habido asesinatos, algunos atribuidos a organizaciones de supremacistas blancos.
Su lema es “Dios, patria y familia”. No son nacionalistas porque Brasil es una nación de naciones, pero se consideran patriotas y sus valores son ultraconservadores. Un movimiento de extrema derecha que desprecia a los comunistas, a los anarquistas, a los punkis, a los consumidores de droga, a los homosexuales y a otras minorías. Entre sus filas hay blancos y negros. Son los Carecas do Subúrbio.

Careca podría traducirse como cabeza rapada. No se consideran nazis y, de hecho, hacen gala de no ser racistas. La presencia de negros entre sus integrantes los diferencia de otros skin heads brasileños de extrema derecha, como los supremacistas blancos, que odian a los judíos, a los gais, a los discapacitados y a los inmigrantes nordestinos, afrodescendientes llegados a Río de Janeiro o Sao Paulo desde Recife, Fortaleza o Salvador de Bahía. Estos últimos abogan por la independencia del Sur, más próspero y europeo, y algunos hacen gala de su sangre germánica, aunque sus raíces son diversas.
El nazismo brasileño es anterior a la ascensión de Hitler al poder en Alemania. El Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes captó para la causa a los inmigrantes que habían llegado de Europa después de la Gran Guerra. El nazismo caló más entre la población urbana que entre la rural. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, entre los 87.024 inmigrantes alemanes había casi 3.000 afiliados al partido, concentrados en Sao Paulo, Rio Grande do Sul (cuya capital es Porto Alegre), Paraná (Curitiba) y Santa Catarina (Florianópolis), todos ellos enclavados en el pujante Sur.

Brasil era el país que congregaba más nazis fuera de Alemania: un 5% y un 10% de la población, respectivamente. No obstante, como el partido sólo aceptaba a alemanes, los ultras brasileños de otras procedencias crearon la Acción Integralista Brasileña (AIB), a la que también se sumaron los descendientes de alemanes que no habían sido aceptados por el Partido Nazi. Aunque el Estado Novo se posicionó junto a los Aliados, algunos ministros y altos cargos policiales del dictador Getúlio Vargas simpatizaban con el nazismo. Cuando terminó la guerra, muchos nazis se refugiaron en Brasil, como el doctor Josef Mengele.
Más que nazi, la AIB fue un movimiento fascista fundado en 1932 por Plínio Salgado, que se fue diluyendo con la llegada de la dictadura. Antes de 1938, cuando Vargas prohibió el partido, los integralistas presumían de contar con más de un millón de militantes entre sus filas, aunque el número podría descender hasta los seiscientos mil, dependiendo de la fuente. Los camisas verdes se refundaron en el Partido de Representação Popular y, después, en ARENA, aunque sus principios siguieron siendo la autoridad, el patriotismo, el cristianismo, el anticomunismo y el antiliberalismo económico.

Pasado el tiempo, en la década de los ochenta surgen los Carecas do Subúrbio. Son jóvenes de clase obrera de la periferia norte y este de Sao Paulo, la capital económica del país, donde hoy viven doce millones de personas. La escisión de los Carecas do ABC hace referencia a las ciudades del cinturón industrial Santo André, São Bernardo do Campo y São Caetano do Sul, cuyas iniciales forman la sigla ABC.

La rama carioca se denomina los Carecas do Brasil —pues se reunían en la Estação Central do Brasil, aunque la denominación se terminaría convirtiendo en un genérico en todo el país— y su radio de acción es el estado de Río de Janeiro. Algunos de sus miembros han sido acusados de cometer agresiones y actos violentos. También ha habido asesinatos, algunos atribuidos a organizaciones de supremacistas blancos.
El referente de los Carecas es el integralismo de Plínio Salgado y, como hemos señalado, el movimiento está formado por blancos y negros, lo que los diferencia de los supremacistas blancos de las franquicias brasileñas de organizaciones extranjeras como Blood & Honour. La Policía de Sao Paulo señala que la mayoría de los skins racistas pertenece a Kombat Rac, Front 88 e Impacto Hooligan.

Estos son considerados más violentos que los Carecas, de quienes se escindieron en 1989 por sus ideas radicales. Ellos consideran a los nordestinos una subraza, por lo que entran en conflicto con los rapados del Subúrbio y del ABC, aunque coincidan en su odio a izquierdistas, homosexuales y, últimamente, incluso a la tribu urbana de los emos.
Practican el culto al cuerpo, así como diversas disciplinas de lucha. La banda sonora la ponen los Neuróticos, Histeria o Vírus 27. Y, aunque hay rapados neonazis, el sociólogo Sérgio Vinícius de Lima Grande, autor de Violência Urbana & Juventude em SP: um estudo de caso sobre os skinheads, afirma que, pese a sus "acciones violentas y a que discriminan a ciertos sectores sociales, cada facción tiene sus propios valores e ideologías". Según él, "apenas una pequeña parte de los skin heads es nazi, mientras que el resto es considerado fascista".

Grande, que ha investigado el movimiento sobre el terreno, explica que los Carecas do Subúrbio evitan relacionarse con partidos —surgieron como una escisión primigenia de la escena punk de los setenta y todavía conservan su esencia antirracista—, que los Carecas do ABC son nostálgicos del integralismo que ven con buenos ojos las formaciones políticas de extrema derecha y que los supremacistas blancos defienden abiertamente el nazismo. Lo único que los une, además de la violencia gratuita, son el patriotismo y el odio a los homosexuales.

Fuente: Público


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