El 30 de Octubre de 2016, gracias a la intervención del Papa Francisco, la oposición Venezolana (la cual cuenta con más del 75% del apoyo popular y quien ganó 112 escaños en el parlamento a pesar de que 3 de esos escaños el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela los cuestiona aún para que la oposición no obtenga una mayoría absoluta) y el oficialismo comenzaron un diálogo de paz. Sin duda alguna, muy tenso. Venezuela, quien posee una deuda consolidada de 250 billones de dólares, una inflación proyectada para 2016 de 750%, una escasez de artículos de primera necesidad total y donde solo se le da prioridad al consumo de alimentos a los miembros de los comités populares (votantes del oficialismo), está en una depresión económica inenarrable. Sin dudas, el haberse “resistido” al uso de divisa estadounidense en el país, el imprimir más bolívares a partir del 2008 cuando el país tenía una economía “estable” y la creación programas sociales innecesarios a base de líneas de crédito extranjeras, ha llevado al bolivarianismo al borde del abismo. Y como si eso fuera poco, aún así Venezuela teniendo las reservas de petróleo más grandes del mundo, Nicolás Maduro decidió hace dos años atrás mantener la compra de petróleo tanto a Irán, como a Estados Unidos y Nigeria.
Pero Venezuela también tiene otros problemas. De acuerdo a Norman A. Bailey, presidente del Institute for Global Economic Growth, el bolivarianismo ha invertido más de 33 billones de dólares desde 1999 para apoyar a organizaciones terroristas e influir en la política de otros países. Entre estos grupos terroristas se encuentra Hezbolá, Hamas, las FARC y el ELN en Colombia y ETA. Incluso, Venezuela ha dado refugio a terroristas de ETA, Hamas, Hezbolá y el ELN. Pero no solo eso, Venezuela da entrenamiento militar a miembros de Hezbolá, terroristas Palestinos de la Franja de Gaza y terroristas vinculados a Al-Qaeda a través de sus grupos paramilitares, los ‘colectivos bolivarianos.’ En el caso de Hezbolá, éstos han creado una industria global de producción de cocaína, pasando a la segunda posición mundial y desplazando así a la tercera posición a Corea del Norte. De hecho, Hezbolá ahora exporta cocaína al "Cartel Los Soles", quienes venden más del 30% de esta cocaína a las FARC (el mayor productor en el mundo). "El Cartel los Soles", es un cartel de drogas controlado por el líder de la oposición en la Asamblea General de Venezuela, Diosdado Cabello y liderado junto a otros generales de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
Individuos como Ghazi Nasr Al-Din, ciudadano nacionalizado venezolano y embajador del país en Damasco, ha recaudado fondos para apoyar a grupos terroristas en el Líbano. Incluso Al-Din ha ayudado a Hezbolá a exportar cocaína a Venezuela, y por extensión, a otras partes de América Latina. Según Leamsy Salazar, quien fue el jefe de personal de Diosdado Cabello, la mayor parte de la cocaína del "Cartel Los Soles" es distribuida a las FARC. Salazar también sostiene que la cocaína es transportada primero a Cuba antes de llegar a los Estados Unidos o a Europa, en especial España. Sin embargo, estos no son los únicos funcionarios gubernamentales que se han visto vinculados con Hezbolá. El gobernador del estado de Aragua, Tarek el-Aissami, también se ha asociado con el grupo. El-Aissami es un recurso eminente para Al-Din recaudando dinero para Hezbollah a través de compañías inexistentes en América Latina y Estados Unidos. Lo que más da lástima es que mientras Nicolás Maduro y Diosdado Cabello lavan dinero a Hezbolá para que luego esta organización terrorista adquiera ese dinero en bancos libaneses y financien su apoyo al régimen de al-Asad en Siria, los venezolanos no pueden ir a trabajar. ¿Por qué? Porque para poder alimentar a sus familias tienen que ir a los zafacones a buscar comida o si tienen dinero, hacer filas que pueden durar hasta 7 horas. El bolivarianismo nos ha enseñado que el hermetismo y el populismo son los ingredientes necesarios para causar hambre, inestabilidad y dolor. Sin embargo, son el autoritarismo y las actividades ilícitas las que siempre hacen todo convulsionar. Lastimosamente, esa es la realidad de Venezuela; el corazón del terrorismo internacional en América Latina.
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