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Thursday, November 17, 2016

¿Cuál es la política exterior de Donald Trump?

Tras haber ganado estados claves como Ohio, Florida, Pennsylvania, Michigan y Texas, Donald Trump se convierte así en el nuevo presidente de los Estados Unidos. Su victoria no solo ha aumentado la volatilidad en los mercados como es el caso de la Bolsa de Shanghai, sino que suscita dudas sobre si la presidencia del cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos estará marcada por las posturas que asumió durante toda su campaña.
Tanto en asuntos domésticos (como prohibir la llegada de musulmanes a los Estados Unidos por un período de tiempo y la deportación de 13 millones de inmigrantes ilegales y sus hijos aunque hayan nacido en los Estados Unidos) como en asuntos foráneos fue muy polémico. Pero, ¿cuál es la política exterior de Donald Trump? Para entender esta pregunta es importante que divididamos sus posturas en tres regiones: Europa, Medio Oriente y Asia.
En Europa, Trump considera que acercarse a Rusia es clave para mejorar la cooperación de ambos países en materia nuclear, inteligencia y crecimiento económico. Trump no solo ha elogiado a Putin, sino que entiende que fortalecer relaciones con Rusia acabaría con la tensión que el presidente Obama ha generado hacia el presidente ruso tras el apoyo del Kremlin a las milicias separatistas del este de Ucrania y la anexión de la Península de Crimea. Por otro lado, Trump ha dicho que si Rusia invadiera alguno de los países bálticos los Estados Unidos no deberían de salir “a su rescate” cuestionando así poner en práctica el artículo 51 de la OTAN.
También, considera que los Estados Unidos “paga mucho” a la OTAN (Estados Unidos provee el 65% del presupuesto de dicha organización) y que si los europeos no comienzan a pagar más, él los obligaría a aumentar su aportación a través de condiciones que aún no ha especificado. Interesantemente, ha dudado en cuestionar al régimen de Erdogan en Turquía tras los arrestos masivos contra líderes kurdos y empleados públicos relacionados al golpe de estado. Trump, quien ha sido vinculado con empresarios iraníes en materia de inversión y quien ofreció hospedaje por tres meses al hermano de Osama Bin Laden, ha sido enfático en que los Estados Unidos debe atacar al Estado Islámico (no ha sido claro en si debería de hacerse con tropas estadounidenses en territorio sirio e iraquí) y “quedarse con el petróleo”. Esta idea es absurda, ya que daría paso a otro conflicto más en Irak y acabaría la influencia estadounidense en Irak y expandiría el dominio de Irán en la región. En cuanto a Irán, ha dicho que buscaría un acuerdo nuclear más seguro (imagino que habla de que la comunidad internacional y las potencias tengan acceso cabal a las bases militares de Irán donde se enriquece uranio algo fuera del acuerdo nuclear).
Hace ocho meses argumentó que apoya los asentamientos israelíes en Judea y Samaria (dejando la “neutralidad” que dijo asumiría sobre este asunto) y hasta movería la embajada de Estados Unidos de Tel-Aviv a Jerusalén. Tras la Guerra de los Seis Días, Jerusalén del Este fue unificada con el Oeste y en 1980 Israel la declaró como su capital, aunque la comunidad internacional no lo reconoce así. Es por ello que las misiones diplomáticas en Israel tienen sus sedes en Tel-Aviv. En el caso de Siria, Trump considera prohibir la entrada de refugiados sirios a Estados Unidos e impulsaría la formación de zonas libres de bombardeos en Siria. Esta propuesta es irrisoria ya que el régimen de Al-Assad no confiaría en las personas que se convertirían en refugiados y la oposición tanto moderada como radical no lo permitiría ya que son los civiles su principal fuente de ingresos. Finalmente, el empresario ha sido enfático en que Estados Unidos debe “desocupar” Corea del Sur y Japón, cerrando las bases militares estadounidenses allí porque son “muy costosas.” Aquí debemos de reflexionar, no solo porque Estados Unidos no le permitió a ninguno de estos países generar armas nucleares después de la Segunda Guerra Mundial, sino que nos damos cuenta que el señor Trump se olvida de que estos dos países son nuestros estados 51 y 52 fuera del “mainland” y sin los Estados Unidos desaparecerían como por arte de magia.

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