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Saturday, November 28, 2020

Errores de los Servicios de Inteligencia Estadounidenses en los Primeros Tiempos de Al-Qaeda

       Al-Qaeda es una organización terrorista-islamista fundada por Osama bin Laden a finales de la década de 1980. Al-Qaeda comenzó como una red logística de reclutamiento y entrenamiento paramilitar de musulmanes en el mundo árabe para apoyar a sus homólogos que luchaban contra la Unión Soviética durante la Guerra de Afganistán. Cuando los soviéticos se retiraron de Afganistán en 1989, la organización se dispersó, pero continuó oponiéndose a lo que sus líderes consideraban regímenes islámicos corruptos y a la presencia extranjera (por ejemplo, Estados Unidos) en tierras islámicas. Con sede en Sudán durante un período a principios de la década de 1990, el grupo finalmente restableció su sede en Afganistán en 1996 bajo el patrocinio talibán (Barlett & Steele, 2003). 


       A partir de aquí, ya todos conocemos sus actividades terroristas a nivel mundial. Sin embargo, y a sabiendas de los vínculos de ciertos elementos de esta organización con la Agencia Central de Inteligencia, ¿cuáles han sido los mayores errores de los servicios de inteligencia de los Estados Unidos en los primeros tiempos de Al-Qaeda?


       No cabe duda de que la guerra contra Al-Qaeda debería haber terminado hace años. Los ataques del 11 de Septiembre revelaron un enemigo despiadado y ágil, que exigía un enfoque e inteligencia implacable para poder hacerle frente efectivamente. Al-Qaeda llevó a los Estados Unidos y a sus servicios de inteligencia a cometer errores importantes, y demostró que la falta de atención - por  años - le había hecho fuerte y capaz de lograr lo imposible. 


       Algunos errores fueron tácticos, como el hecho de que la CIA informó sobre los dos operativos de Al-Qaeda que vivían en Estados Unidos antes de los ataques del 11 de Septiembre (a pesar de los atentados que ya había realizado esta organización en 1993 en Nueva York). Por razones que aún no están claras, evitaron darle la atención que requerían hasta que los aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas y el Pentágono (Bergen, 2001).


       Otros errores fueron estratégicos. El más grande fue ignorar a Al Qaeda en Pakistán para invadir Irak, que en ese momento, no representaba una amenaza seria. La administración Bush subestimó la resistencia de Osama bin Laden, confió en los generales de Pakistán y se centró en el campo de batalla equivocado. Bin Laden reconoció el paso en falso estadounidense temprano y tendió una trampa en Irak, instando a los yihadistas a viajar a este último frente, incluso antes de la invasión. Confiar en Pervez Musharraf, entonces Presidente de Pakistán, para luchar del lado estadounidense contra Bin Laden y los talibanes fue otro fracaso estratégico. “Nuestro hombre en Islamabad”, como los servicios de inteligencia estadounidenses llamaban a Musharraf, resultó estar ayudando a los talibanes a reagruparse mientras Bin Laden se escondía - durante años - en su patio delantero viviendo al lado de la academia militar más elitista de Pakistán (Riedel, 2014). El intento estadounidense de salvar a Musharraf fracasó en mantener al dictador en el poder, alienó aún más al pueblo paquistaní y, trágicamente, culminó con el asesinato de Benazir Bhutto, la ex primera ministra y la mayor esperanza democrática que tenía Pakistán (Ewans, 2015).


       Otro aspecto en el que los servicios de inteligencia estadounidense probablemente fallaron al inicio de la formación de Al-Qaeda, fue en apoyarlos y financiarlos. 


       El reconocido diplomático Sir Martin Ewans ha señalado que los árabes afganos se beneficiaron de la financiación de la CIA, a través de los servicios de inteligencia pakistaníes y las organizaciones de resistencia (Ewans, 2015). Incluso se calcula que hasta 35,000 árabes-afganos pudieron haber recibido entrenamiento en Pakistán dentro de una iniciativa que tuvo un costo estimado de $800 millones de dólares entre 1979 y 1988 (Gates, 2007). Algunos de los mayores beneficiarios afganos de la CIA fueron los comandantes arabistas Haqqani y Hekmatyar, quienes fueron aliados clave de Bin Laden durante muchos años. Haqqani, uno de los socios más cercanos de Bin Laden llegó a recibir pagos directos en efectivo de agentes de la CIA en los años 80 sin la mediación de la inteligencia pakistaní (Ewans, 2015). Esta fuente independiente de financiación le dio a Haqqani una influencia desproporcionada sobre los muyahidines. Así, Haqqani y su red desempeñaron un papel importante en la formación y el crecimiento de Al-Qaeda, con Jalalhuddin Haqqani permitiendo que Bin Laden capacitara a voluntarios muyahidines en el territorio de éste y construyera una amplia infraestructura allí (Gates, 2007).


       En conclusión, es evidente que la inteligencia estadounidense probablemente fue parte-directa e indirectamente-en la formación de Al-Qaeda como también estuvo al tanto de sus posibles acciones y no reaccionó con la devoción que debía. Esto ha llevado a que Al-Qaeda aún tenga poder geoestratégico en el Medio Oriente (como vemos hoy día en el Kurdistán Iraquí, Yemen, Siria, Pakistán, Afganistán, etc.) - a  pesar de su declive luego de la ocupación estadounidense de Afganistán en 2002 y de Irak en 2003 - y de que sea una amenaza latente para Occidente y sus intereses en la región como resultado de los errores que la inteligencia estadounidense cometió al inicio de esta organización terrorista.


Referencias 

Barlett, DL & Steele, JB. (2003). "The Oily Americans". Time. Retrieved 23 November 2020.


Bergen, P. “Holy War Inc.,” (Free Press: 2001, p.68).


Ewans, M. (2015). “Conflict in Afghanistan: Studies in Asymmetric Warfare”. Routledge. ISBN 

9781134294817.


Gates, R. (2007). “From the Shadows: The Ultimate Insider's Story of Five Presidents and How 

They Won the Cold War”. Simon & Schuster. pp. 142, 144–145. ISBN 9781416543367.


Riedel, B. (2014). “What We Won: America's Secret War in Afghanistan, 1979–1989”. 

Brookings Institution Press. pp. ix-xi, 21–22, 93, 98–99, 105. ISBN 978-0815725954.





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