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Thursday, February 8, 2018

Polonia no es el único país europeo que oculta su pasado nazi

Recientemente, muchos de nosotros que somos judíos, sionistas o simplemente pro-Israel hemos delirado con las acciones llevadas a cabo por parte del gobierno polaco. Luego de que ambas cámaras legislativas polacas aprobaran un proyecto de ley para que se prohibiera por ley y se castigue con cárcel a aquellos que digan que los polacos colaboraron con los nazis o que llamen a los campos de exterminio en dicho país como “campos de exterminios polacos”, pensé que el presidente polaco no firmaría esa ley. Los argumentos históricos y la presión que la diplomacia estadounidense e israelí pusieron sobre la administración polaca, parecía que tendría sus frutos. Sin embargo, no fue así. Este pasado Jueves 6 de Febrero de 2018 el presidente polaco convirtió dicho proyecto legislativo en ley.
El argumento central en contra de esta ley era claro: este proyecto busca limpiar las manos de los más de 200,000 mil polacos que directa e indirectamente apoyaron a los nazis para acabar con los judíos, y cumplir así con la retórica nacionalista-supremacista que la actual administración polaca promueve en la que solo se busca recordar a los 1.9 millones de polacos asesinados por los nazis. Sin embargo, “limpiar el nombre de la nación polaca” prohibiendo que se llamen campos de exterminio polacos a los campos de exterminios en dicho país por el nombre de “campos de exterminio nazis”, me parece ridiculo. Me parece grotesco que se busque obviar dentro de la conciencia nacional polaca la muerte de los 3 millones de judíos que fueron asesinados en ese país. La actual administración intenta omitir dentro de este mismo sendero que incoó hace unas semanas al Pogromo de Kielce en 1946 en el que luego de la Segunda Guerra Mundial 46 judíos fueron asesinados y otros 50 fueron heridos por los propios polacos que rechazaban el regreso de los judíos a sus casas.
Ahora bien, me parece que el Primer Ministro Israelí, Benjamin Netanyahu, no fue lo suficientemente agresivo hacia Polonia ante el advenimiento de este disparate histórico que dicho país europeo ha cometido. Sin embargo, hay que destacar la postura que asumió el actual Ministro de Educación, Naftali Bennet, a quien le fue cancelada su visita a Polonia pautada para los próximos días esencialmente porque dijo que si iba a Polonia iba a contar “la verdad”-en referencia a los campos de exterminios polacos-nazis.
Ante todo esto, me parecería un poco hipócrita de mi parte si solo evalúo la situación en Polonia con respecto al tema del holocausto, y no menciono a otros países europeos que han tomado medidas similares-e incluso peores-con respecto a este tema. Sin embargo, como éstos países son aliados de la Unión Europea, y su retórica rusófoba hace feliz a Occidente y a los Estados Unidos, nadie les dice nada con respecto a las polémicas leyes relacionadas al holocausto que han aprobado. El primer país del que hablaremos es Ucrania. En este corrupto e inestable país, sumido aún en un conflicto sececionista al este del país, en 2015 se aprobó una ley en la cual se criminaliza cualquier retórica que “insulte la memoria de los anti-comunistas ucranianos”. Sin embargo, parece que en ese país se olvidaron que los combatientes anti-comunistas mataron tanto a polacos como a judíos. Esta ley no solo ocurría el mismo año en el que los Protocolos de Minsk se aprobarían y en el que los últimos símbolos comunistas en el país eran erradicados, sino que esta ley buscaba enaltecer el concepto de los anti-comunistas ucranianos a costa de olvidar el apoyo que éstos le dieron a los nazis. Esa era la meta claramente.
Por otra parte, Latvia en 2014 impulsó una legislación similar por la cual aquellos que nieguen los “crímenes perpetrados por fuerzas foráneas contra Latvia y la nación latvia”, tendrán que asumir penas de cárcel. Este proyecto de ley obvió claramente los 70,000 judíos que los propios SS latvios mataron. Pero no tan solo ésto. Recientemente el gobierno latvio aprobó un proyecto de ley por el cual se le comenzará a dar una pensión a los veteranos de la Segunda Guerra Mundial-incluyendo a los SS latvios- y el gobierno latvio aún permite que cada año los antiguos SS de dicho país realicen una marcha simbólica en recuerdo a su rol en la guerra de lado de los nazis. Finalmente, nos trasladamos a Lituania. En este país de Europa del Este, donde más de 250,000 judíos fueron asesinados (con la ayuda proactiva de la ciudadanía lituana), se enmendó el código penal del país para condenar a dos años de prisión a aquellos que nieguen los “actos genocidas perpetrados por los nazis y la USSR contra los ciudadanos lituanos”; sin hacer mención ninguna de los judíos. ¿Por qué utilizo todos estos ejemplos para evaluar y contrastar la polémica actual en Polonia con respecto a los campos de exterminio? Porque me parece menester hacerles saber que la hipocresía de Occidente con respecto a este tema solo aplica en “ciertos casos” pero no en todo. Los intereses económicos, geopolíticos y militares llevan a que la historia y los hechos-a veces cuando se encuentran en peligro-puedan ser objetados o no.
Es una lástima que por estos días la Asociación Europea de Estudios Judíos, la cual tiene prevista realizar su congreso en Polonia, esté rodeada de policías no para proteger a sus asistentes de ataques antisemitas u otra cosa. Sino que el lugar donde este congreso tendrá lugar estará rodeado por las fuerzas de seguridad polacas para arrestar a aquellos que llamen a los campos de exterminio en Polonia como “campos de exterminios polacos”. De hecho, esta es la verdadera razón por la que el viaje de Bennett a Polonia fue cancelado ya que éste político israelí tenía la intención de llamar a los campos de exterminios polacos por su nombre real. Ahora bien: si ésta es la democracia europea de hoy día, a la verdad que hay que tenerle miedo.

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