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Monday, September 25, 2017

Svalbard, Gibraltar, Islas Malvinas y otras colonias con futuro incierto

Según las Naciones Unidas aún existen 17 colonias en el mundo. Entre ellas destaca el Sahara Occidental. Este territorio el cual es ocupado y reclamado por Marruecos tiene una superficie de 266.000 kilómetros cuadrados, y una población de 586.000 personas. Siendo así la colonia más poblada del mundo. También destacan en esta lista Anguila, Bermuda, Islas Caimán, Islas Turcas y Caicos, Islas Vírgenes Británicas, Islas Vírgenes de los Estados Unidos, Bermuda, Santa Elena, Guam, Nueva Caledonia, Islas Pitcairn, Polinesia Francesa, Samoa Americana y Tokelau. Sin embargo, hay tres territorios, dos colonias y un conjunto de islas pertenecientes a Noruega, las cuales que no he mencionado pero las cuáles representan el típico modelo de coloniaje en el que sobresalen muchas potencias, en este caso, Gran Bretaña. Estos territorios son Svalbard, Gibraltar y las Islas Malvinas. Aunque permítame aclararle que el caso de Svalbard es un poco diferente. Svalbard es un archipiélago situado en el océano Glacial Ártico y el cual forma parte del Reino de Noruega. Bajo el “Tratado de Svalbard de 1920,” se reconoce la soberanía noruega sobre Svalbard y el “Acta de Svalbard” en 1925 hace a Svalbard parte de este país.
     Como parte del Tratado de Svalbard de 1920, el territorio está totalmente desmilitarizado, Noruega no puede recaudar impuestos (aunque sí se cobran impuestos a nivel administrativo) e incluso los 39 países signatarios de este acuerdo, tienen pleno acceso a los recursos naturales del archipiélago. Interesantemente, el archipiélago de Svalbard es huésped de ciudadanos de 46 nacionalidades diferentes, no existen restricciones de entrada al territorio, poseer un arma para protegerse de animales salvajes es una obligación y su tasa de enfermos per cápita es la más baja del mundo (debido a sus frías temperaturas). En materia de impuestos, posee una tasa de impuestos de sociedades de un 16% (ósea más bajos que Singapur) por lo que hacer negocios (especialmente en el área de la extracción de carbono) es cabalmente viable. De hecho si ha visto alguna vez esas fotos impresionantes de múltiples auroras boreales, probablemente fueron tomadas en Svalbard. Svalbard posee dos ciudades principales: Barentsburg (de predominancia rusa) y Longyearbyen (de predominancia noruega). Estas dos ciudades son un reflejo de la diversidad étnica, lingüística y cultural que impera en allí.
      Sin embargo, no ha sido por sus abundantes minas de carbón y gas natural, o incluso, su diversidad multicultural por la que ha llamado la atención en años recientes. Sino por el petróleo descubierto en los años 90’s en el mar circundante a estas islas noruegas. Como es de saber, el ártico posee el 13% de todo el petróleo no descubierto del mundo. Por lo que estas reservas de petróleo en Svalbard (las cuales son las más grandes de todo el ártico) han catapultado a Noruega a la posición 14 en cuanto a producción de barriles de petróleo diarios en solo 8 años. Pero es aquí donde debemos de analizar lo más importante de todo este asunto. Debido al “Tratado de Svalbard” de 1920 y como resultado de que Estados Unidos, Canadá, Rusia y Noruega son parte de lo que se conoce como el “Círculo Polar Ártico,” este archipiélago se ha convertido en centro de disputa entre Rusia y estos países Occidentales recientemente. Incluso, en 2015, el Viceprimer Ministro de Rusia, Dmitry Rogozin, visitó el archipiélago. Esta incendiaria visita (la cual “solo” tenía la finalidad de evaluar la situación de los ciudadanos rusos en el archipiélago) fortaleció aún más la teoría de que Rusia pretende utilizar el archipiélago para sus fines militares en caso de un conflicto con la OTAN en el ártico y de que Rusia busca controlar la exploración y explotación de petróleo en Svalbard.
   Debido a que Noruega y Svalbard están en la misma plataforma continental, Noruega reclama que solo ellos pueden explorar y explotar petróleo en el archipiélago. Pero debido a que el Tratado de Svalbard de 1920 no dice nada sobre este asunto, Rusia valida así su exploración y explotación de petróleo en el archipiélago. Para Moscú, quien posee la mejor tecnología de extracción petrolera sobre lecho marítimo del mundo, Svalbard es una joya en una región a la que tienen pleno derecho basado en los argumentos previamente hechos y en la Convención Internacional de Derecho del Mar de Naciones Unidas. A pesar del incremento de la presencia de empresas petroleras estadounidenses (como ExxonMobil) y canadienses, Rusia posee igualdad soberana de poder adquirir todo el oro negro que quiera de estas islitas en las que en promedio solo 78 personas vive en sus ciudades. No me cabe la menor duda de que Svalbard es un punto estratégico para las posiciones de contraataque ruso en caso de que las tensiones con Occidente se incrementen y de que la presencia de tropas de la OTAN se mantenga en ascenso en el norte de Europa. Sin dudas, el litigio en reclamo por la explotación del petróleo de este archipiélago y la agresiva geoestrategia militar de Putin de proteger a Rusia en “sus 4 ejes de vida,” nos hace entender que una nueva Guerra Fría está vigente; todo por el oro negro. Es por esto que quiero diferenciar dentro del marco de discusión que evoco el caso de Svalbard.
   Pero dentro de los casos clásicos de coloniaje que hasta el día de hoy persisten cabe destacar a Gibraltar y a las Islas Malvinas. Tras la Guerra de Sucesión en España, Gran Bretaña y España firmaron el Tratado de Utrecht. Bajo este acuerdo y atendiendo al artículo X del Tratado de Utrecht, “la ciudad y castillos de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas en 1713​ serían una propiedad a perpetuidad de la Corona británica en territorio de jurisdicción española, debiendo retornar a España si el Reino Unido renunciase o enajenase de alguna manera dicha propiedad.” El istmo entre el peñón de Gibraltar y otras fortificaciones españolas según España es territorio ocupado. Interesantemente, y ante el pistoletazo que le ha dado el Brexit a la Unión Europea, España sostiene que Gran Bretaña está violando este tratado por lo que quiere compartir la soberanía del peñón con Gran Bretaña o que sean ellos quienes determinen el efecto final del Brexit sobre Gibraltar. Esto se debe a que aunque Gibraltar es una colonia, este territorio es un miembro especial de la Unión Europea (UE) y muchas de las políticas comunitarias de la UE también aplican allí.
   El caso de las Islas Malvinas es un poco más diferente. En 1812 las Cortes de Cádiz decidieron abandonar las Islas Malvinas. Por lo que ante invasión de Napoleón y la independencia de la Argentina, este nuevo país suramericano basándose en el Uti possidetis iuris argumentaba que pasaba a ser heredera de la soberanía española en las Malvinas. Por lo que en 1820 el gobierno de la provincia de Buenos Aires envió un navío a tomar posesión de las Malvinas como sucesión de España. Aunque el 2 de Enero de 1833 los británicos, quienes ya habían estado por aquellos lares, ocuparon las islas y expulsaron a los argentinos. A pesar de que los británicos movilizaron su población para ocupar las islas y de que la gran mayoría de los ciudadanos apoya la presencia británica en la isla, algo que ha quedado más que claro en el pasado referéndum que hubo en las Malvinas en 2013, la Argentina sigue reclamando su soberanía soberanía sobre las Malvinas. Por lo que de nuevo en 1982, ya bajo la Junta Militar de la Argentina, incoó un nuevo enfrentamiento belico contra los británicos y perdieron. Ante tal escenario, es más que obvio que tanto en Gibraltar como en las Malvinas no solo se ha generado una identidad propia que les hace diferenciarse de aquellos en la metrópolis y su entorno, sino que a través de los años le ha llevado a desarrollar su propia cultura, jerga y vínculo a la tierra que les sostiene. Pero también un cierto vínculo inquebrantable con la metrópolis, ya sea por seguridad económica o militar; algo de lo que no se diferencian, por ejemplo, de la situación colonial que vive Puerto Rico.



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